viernes, 31 de octubre de 2014

Azucenas para Irene



La única cosa sin misterio es la felicidad. Se conoce de antemano lo efímera que es- lo pensaba mientras me despedía de ella- apenado pero con el rostro de alguien que esperaba encontrarse con el final. Incluso había preparado todo para cuando el momento llegase, las reacciones faciales precisas, las palabras pertinentes y también algunos exabruptos. Ya que sin ellos, todo seria sospechosamente perfecto. Las lágrimas, esas también estaban invitadas. Como lámparas majestuosas de Salón ellas, adornaban cualquier escena melancólica de mi vida. A las ocho de la noche de ayer, cuando repasaba en mi mente la ruptura contigo, todo, absolutamente cada detalle aportaba una calma dentro de mí. Ahora la calma se ha ido, y como siempre vuelvo a buscarte. Voy tarde pero esta vez llevo tus flores favoritas. Esas que tanto adoras, ¿recuerdas que las vimos por primera vez juntos en aquella Plaza donde tropezaste con mi rutina y yo con tu caótica pero fascinante vida?, claro que lo recuerdas. Tu memoria es lo único capaz de darte esa sensación de libertad que tanto te ha gustado. Cómo envidio tus ganas casi intoxicantes de volar, yo como siempre con vértigo para todo, especialmente para el amor. El tiempo disfrazado de valentía nunca tocó mi puerta.


Al fin he llegado a verte. Las flores, aunque algo maltratadas por el viento y el polvo del camino, aun conservan ese atrevido perfume que adora mezclarse con el aroma de tu piel. Pero, un momento, qué es esto Irene? , Acaso alguien más te ha regalado flores? , ¿en qué momento tropezaste con otras vidas que no me di cuenta?. O es éste otro de tus juegos ¿Esos que sueles hacerme para despertar celos? Estaré en el bar de la esquina. A ese que recurría cada vez que nuestro pequeño departamento se convertía en un gran campo de batalla. Pediré un whisky y pensaré que pronto llamarás a recordarme que sigues enojada, y que pronto iré a recordarte que sigo arrepentido. Son las diez de la noche y no he recibido llamado alguno. Creo que me costará acostumbrarme a la idea de compartirte con los demás, de tolerar sus flores y sus visitas. Sé lidiar con las rupturas más no con tu partida. Las azucenas ya se han marchitado, no soportaron escuchar mi verdad. Las velaré junto contigo, para que juntas seduzcan a la muerte y puedan nuevamente despertar.






* Cuento publicado en el libro "Antología 2013"- Purapalabra Ediciones.

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